HISTORIA DE LA AEROGRAFÍA
1993-2000

CADA QUIEN POR SU LADO

Compilado por
José Luis Parada Caballero
Director Fundador
de
Action Art Europe
Escuela de Aerografía
Barcelona  España

La Pax romana, fue un extraño período histórico en el cual, aquel lujurioso y esnobista Imperio sostuvo su poderío económico por  200 años, supuestamente ajenos a las guerras, saqueos, expropiaciones e invasiones, y dentro de los cuales, toda la población dominada, tuvo una “sensación de bienestar” en la que se suponía, todos deberían estar conformes al cómodo modo de vida en la repartición de la riqueza, y que gracias al perfecto , legal e incorruptible sistema de impuestos, y administraciones públicas y estadales de la Roma Imperial, aquello garantizaría el rígido, estable y sólido sistema de vida, que  duraría eternamente. Algo de eso se suponía también que seríamos nosotros en ese presente, a punto de cerrar el siglo XX D.C y el fin del  milenio. Lo que pasó, es que duraría ínfimamente menos que eso, pero la verdad… nos lo creímos todos.


En este período de “Pax Romana”, el mundo económico, hambriento de expandir sus mercados de manera “global”, tuvo en sus manos un juguete que cambiaría para siempre la forma de hacer dinero con solo tocar un mause, y si se quiere especular: sin tener que trabajar como antes. Aquel juguete hijo de la guerra fría, las bolsas de valores, se bautizó como “hacer negocios por  Internet”.  Desde entonces, comenzaría la verdadera revolución del sistema de vida contemporáneo, el cual, se dispuso a desintegrar muchas formas de comportamiento humano, y formas de comunicación, primera y netamente comerciales, hacia otras desconocidas e inusuales.
 Quien sabe lo que todavía nos pasará.





El boom mundial de la industria automotriz hacía efervescencia de manera violenta en todo el planeta. Dicho auge vertiginoso y radiactivamente expansivo, generó una inmensa cadena de productos y servicios a su disposición en todo el mundo consumista. El transporte se convirtió en una verdadera cadena económica que crecía como el monte y al que casi todo el mundo tendría acceso, los bancos prestaban y prestaban, el mundo entero era la mejor inversión, se suponía que para eso estaban.



El mundo automotriz y sus vertientes, fuero consideradas atractivas alternativas económicas que el mercado no podía desaprovechar. Justamente, la industria aerográfica no dudó ni por un minuto en hacerse con él, y lanzarse hacia otra segura y excelentemente remunerada odisea, hambrienta de fama y fortuna.




Las grandes marcas de pintura, acabados, recubrimientos  y efectos automotrices, cambiaron un poco, la composición y disposición de los pigmentos y disolventes para facilitar, a toda costa, las posibilidades de hacer arte con el aerógrafo. Aunque dicha práctica no era nada nueva. Lo cierto fue que, ponerlo a disposición del público de la manera en que se hizo, marcó esa diferencia.
Por otro lado, tampoco eran nuevos los pigmentos con efectos especiales que hacía ver texturas metalizadas y perladas. Pero lo que si fue nuevo, fue lograr crear gamas y tipos de efectos, y ponerlos de muy fácil aplicación al público.



Al principio fue incómodo que la gente que sabía trabajar con el aerógrafo aprendiera  diluir el pigmento y el fuerte disolvente se usaba para poderla aplicar, que además de tóxico, era incómodo de medir para que la mezcla quedara correcta. Dicho disolvente poseía un olor penetrante y dañino para la salud, incluso peligroso en algunos casos.  Con los años, todos los pigmentos de aplicación automotriz ya se preparan a base de agua, lo que abrió mejor la posibilidad de pintar sobre superficies lisas, pero aquella innovación química al agua, llegaría 10 años más tarde, de momento todo era así.



Poner a disposición de la gente estos químicos tan fácilmente, podría generar problemas, por lo que otra inteligente solución se puso en marcha.
El Workshop. Esta cómoda forma de trasportarse a un sitio, e instalar todo un andamiaje de enseñanza, completamente desmontable y transportable a muchos y lejanos lugares, con los instructores adecuados y los servicios de primera, apoyados por una buena publicidad, el Internet y la marketing pertinente, no tardaron en multiplicar al número de estudiantes que deseaban customizar y hacer verdadero arte automotriz. Por fin un sistema económicamente rentable y sostenible, volvía a darle a la aerografía un puesto en los mercados. Pero…Ahora había que ser un buen aerografísta para ganarse el pan de cada día. El mercado había dado un paso, nosotros debíamos dar el siguiente, el problema fue que muchos pensaron que lo eran, como siempre, al principio todo es una moda, luego viene lo demás.




Establecida esta lucrativa alternativa en 1993, cada país industrializado retomó la aerografía casi dirigida exclusivamente a ese campo. Esa tendencia a fijar toda la energía a explotarla hasta la extinción, ya había dejado secuela que lejos de hacer entender al mundo económico lo que significaba, justamente era el carbón que la locomotora necesitaba insaciablemente.


Un fenómeno curioso ocurrió en los países del tercer mundo. Las alternativas que surgieron con el aerógrafo para obtener un apoyo económico, dejó sorprendidos a los productores, quienes tampoco dudaron e expandir esas posibilidades.  Fue entonces cuando definitivamente, el aerógrafo saltó del papel y los coches y también se adueñó del mundo de la decoración de alimentos, la estética de uñas acrílicas, el cuero, la restauración, el maquillaje y broceado temporales, la artesanía y miles de cosas que nunca se habían experimentado para ganar dinero, tanto en manos profesionales, como amateurs y muchos que estaban listos para formar una nueva generación de aerografístas que no quedaría esclavos de un jefe, una oficina o un horario fijo.
Cada quien por su lado.


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