HISTORIA DEL KUSTOM 11

HISTORIA DEL KUSTOM 11



TUNING 2000



COMPILADO Y REDACTADO POR
JOSÉ L. PARADA C.
DIRECTOR FUNDADOR
ACTIONART EUROPE
ESCUELA DE AEROGRAFIA Y
BELLAS ARTES


Llegado el nuevo siglo, muchas alternativas nuevas eran posibles. Las expectativas de que un mundo eternamente progresista, pacífico, estable, seguro y rentable sería sostenible y eterno estaban en todos los carteles y en los títulos de todas las películas, y allí se quedarían.





De momento, los aspectos mas destacados de la cultura Kustom se habían perpetuado poco intactos en alejados y conservadores puntos de la geografía americana, y bastante hidrogenado en algunos lugares de la recién regenerada y prometedora Europa.
Uno de los aspectos más resaltantes de las manifestaciones del Kustom que no tardó en destacarse y hacerse ver en todo su color y extravagancia fue justamente EL TUNING.




El deseo desorbitado en resucitar los antiguos modelos vehiculares de los propios orígenes de la cultura se convirtió, si no en un impulso, en algo mucho peor; en una moda, bastante cara por cierto.




Cuando por algunas razones, o circunstancias especiales que desinhiben las posibilidades de limitar los gastos, las ganas de hacer algo destacable se descontrolan cuando repentinamente se tiene mucho dinero en las manos, y una afición ludópata llena de ganas por tener y hacer algo impresionante se meten en la mente, un objeto tan amado como lo es un coche, una moto o un camión se iconográfica en un tótem venerable, revestido de la más superlativa expresión narcisista por hacerse notar y destacarse frente a los demás, aún cuando no se tenga para vivir o se considere la posibilidad de pensar ¿Qué pasará después? O si eso importa.




El mañana no era en el año 2000 algo que preocupara en lo más mínimo a un tunero, su dinero y su coche, por eso la cultura Kustom lideralizó esta “moda” del tuning, y como siempre lo hace en todas sus incontroladas tendencias humanas; la llevó al límite.





Cuando los pigmentos automotrices base disolvente comenzaron a poner a disposición del público pigmentos a base de agua, las posibilidades de hacer algo sin riesgos para la salud, o sin la necesidad de tener que adquirir implementos incómodos o costosos para protegerla, facilitó enormemente las alternativas para reinventarse y decorar aquellos increíbles vehículos recuperados de las postrimerías del siglo XX y su imborrable post-guerra.
La decoración de los vehículos no tuvo precedente, durante estos primeros 10 años del nuevo siglo desfilaron por ferias, concentraciones y exhibiciones un innumerable certamen de modelos de todas clases, formas, épocas, estilos y logros de la más ingeniosa manera de reinventar la creatividad, fuese como fuese y costase lo que costase, como se explica en este capítulo, no hubo límites.




La moda del tuning nunca terminó de adherirse a la Cultura Kustom por más que lo intentó, ya que inmediatamente de su incursión en el mundo de las rarezas más deslumbrantes o extravagantes, que no delimitaban de manera alguna la diferencia entre lo genial, lo elegante con lo estrafalario, absurdo,  incoherente o anti funcional, se juntaron como espectáculos familiares, televisivos o muy individualistas, que lejos de transformar su expresión en manifestación de la cultura Kustom, pretendió convertirse así misma en una pseudo “cultura tunera”, por decirlo de alguna manera, ya que por más que cada propietario de un vehículo se dejó la hipoteca en su “proyecto”, muchos de estos “tuneros” no les interesaba en lo absoluto nada que se relacionara con la establecida, pero no menos metamorfosea cultura Kustom, que a pesar de sus hibridaciones y palos, se mantenía y reinventaba a si misma en muchos aspectos y expresiones que para nada se relacionaban con el Tuning.




El Tuning se destacó de manera impresionante, dejando al mundo boqui abierto, enamorado y deslumbrado por sus formas y exabruptos, pero al ser una “moda” muy cara, tarde que temprano agotó los cimientos de su propia idolatría. Basó su concepto en el arte de “reconstruir” máquinas de exhibición, algunas imposibles o inauditas, otras como verdaderas piezas de museo con las que muchos de sus dueños no supieron luego que hacer con ellas.




Sin embargo, la decoración de aerografías sobre coches tuvo una oportunidad de destacarse y desbocar su creatividad a gusto de clientes con dinero que ilusionaron a muchos en pensar que el Tuning sería eterno y sostenible.
La Cultura Kustom fue más plasmada que sentida, la identificación gráfica por darle un toque rebelde, diferente o agresivo al Tuning tuvo un “efecto” bastante pasajero, inocuo o en algunos casos insípido, pero al fin y al cabo, dejó sus huellas en esta moda que sacudió al mundo automotriz y le dio mucho trabajo a los artistas y a los mecánicos el gremio.



En nuestro último capítulo
De
 LA HISTORIA DEL KUSTOM
2010




Siempre seremos así.



Comentarios